Mar del Rey, nos cuenta su propia versión del cuento de Caperucita.
MENOS LOBOS CAPERUCITA
Por Mar del Rey
Ella se pone su caperuza roja y echa andar por donde el lobo
le ha señalado, mientras él corre por otro camino que le llevará mucho más
rápido hasta casa de la abuela.
Encuentra la puerta entornada, tal y como le dijo la niña, y
entra sigiloso. La abuela está medio dormida. Él se acerca despacio, paso a
paso, entonces crujen unas tablas del suelo.
La abuela entreabre los ojos, alarga la mano hacia la mesilla
en busca de sus gafas, las golpea y caen. El lobo se abalanza justo en el
momento en que ella se agacha y alarga la mano tanteando el suelo.
El lobo cae en el lateral de la cama que ella acaba de dejar
vacío, retrocede.
_Pero se puede saber qué haces ¿eres tú Caperucita?
La abuela se incorpora, se coloca las gafas, mira hacia él,
aunque ya solo ve una boca una boca que cada vez es más grande y oscura.
_Auxil…
El lobo se traga el grito, las gafas y a la abuela con ropa y
todo. No hay nada más peligroso que un lobo hambriento.
El lobo se mete en la cama y espera convencido de que la Caperucita
llegará y le confundirá con la abuela y está en lo cierto según cuentan una y
otra vez.
TOC, TOC, TOC
_Pasa, pasa hijíta -dice el lobo fingiendo ser la vieja. No
entra nadie.
TOC, TOC, TOC
_Y por qué no entra, espera…tengo que decir las palabras,
¿cómo era? ¡Ah sí! Tira de la aldabilla y caerá la tarabilla.
Pero nadie abre. El lobo se levanta de la cama, se coloca la
mañanita sobre los hombros, coloca el lacito del camisón centrado en su pecho, mete
una pata en la zapatilla, la otra, va hacia la puerta y abre.
Se encuentra frente a frente con otro lobo que al principio
no le ve, entretenido con su propia frase.
_...entonces soplaré y soplaré y tu casita derribaré.
El recién llegado hincha los carrillos y ahora sí repara en
el lobo en camisón y deja escapar todo el aire.
_Colega.
_...
_Te has confundido de puerta.
_Pero ¿qué haces tú en esta casa? -pregunta el recién
llegado.
_Soy el lobo de este cuento ¿qué haces tú aquí?
_Iba persiguiendo a dos cerditos que me tienen loco de tanto
correr detrás de ellos y me he despistado.
_¿Te refieres a los cerdos que viven en una casa de paja, una
de madera…?
_Esos mismos.
_Pero no, eso es justo cruzando el río, en la otra colina.
Tienes que ir hacia el bosque y desviarte en la fuente hacia arriba…
_Ah…vaya
_Un momento, si vas hacia allá te cruzarás con Caperucita y
puede que sospeche.
El otro lobo asoma la cabeza y mira hacia fuera.
_ Parece mentira que a estas alturas de la historia te
confundas de puerta y de cuento ¡Rápido! Pasa y métete en el armario.
El lobo recién llegado se esconde. El primer Lobo se quita
sus zapatillas rosas, vuelve a meterse en la cama, se coloca el gorro y ajusta el
lacito rosa del camisón centrado en el pecho y la mañanita sobre sus hombros
peludos.
_Pasa, pasa hijíiita.
TOC, TOC, TOC
_Ay se me olvida siempre…Tira de la aldabilla y caerá la
tarabilla.
No se oye nada, ni se ve movimiento en la puerta de la casa.
El lobo se levanta de la cama, coloca el lacito del camisón centrado en su
pecho, se pone la mañanita sobre los hombros, mete una pata y después la otra
en las zapatillas, y va hacia la puerta. Entonces se escucha una voz que viene
de fuera.
_¡Abridme cabritillos, soy vuestra mamá!
_No me lo puedo creer.
La puerta se va abriendo poco a poco, por el lateral de abajo
aparece una pata peluda y blanca mientras por arriba asoman dos grandes orejas
oscuras.
El lobo de la Caperucita abre la puerta de sopetón, y se
encuentra al otro lado a un lobo que se incorpora asustado.
_¿Quieres dejar de hacer el ridículo?
Ambos se observan un momento en silencio. El lobo recién
llegado mira al otro: su gorro, los lacitos del gorro, del camisón, las
zapatillas rosas cubriendo sus patas…
_¿Quién es el ridículo? ¿Tú te has visto? Yo solo tengo una
pata cubierta de harina.
_Para una vez que voy de mujer prefiero estar mona…¿Se puede
saber qué haces aquí?
_Buscar a los cabritillos.
_¿Te parece esta su casa?
El otro mira a su alrededor: ve la cama, la cómoda el
armario, el fuego encendido.
_No mucho, no.
_Toda la vida yendo por el mismo camino y te pierdes a estas
alturas.
_Mira tengo un hambre que ni veo. Además ¿sabes el lío que es
mi historia? Primero a casa de los cabritillos, luego al gallinero a por claras,
luego de vuelta a la casa de los cabritillos, luego al molino a por harina y
ahora… ya no sé ni dónde estoy.
_¿Vas a la casa de los cabritillos?
_Sí, claro, eso quería.
_¿La casa donde viven la mamá y 7 cabritillos que está cerca
de un bosque?
_Esa misma.
_Pero esa casa queda para el otro lado, tienes que salir, subir
por esa colina, atravesar el bosque y…
_Ah, vaya.
_Un momento, si vas hacia allá te cruzarás con Caperucita y
puede que sospeche.
El otro lobo asoma la cabeza y mira hacia fuera.
_Parece mentira que a estas alturas de la historia te
confundas de puerta y de cuento ¡Rápido! Pasa y escóndete.
El lobo de Caperucita señala hacia el armario, el de la pata
blanca abre la puerta.
_Aquí dos no cabemos- dice una voz desde la sombra del
interior el otro da un respingo.
_Pero tú ¿quién eres?
_Otro despistado.
_No es tiempo de presentaciones.
El lobo del armario sale y sonríe.
_Despistado y hambriento. Soy el de los Tres cerditos ¿qué
tal? -le acerca la pata, el otro la sujeta con la suya cubierta de harina y le mancha
de blanco.
_Perdona, no paro de meter la pata -dice el de los
Cabritillos.
_Nada, no te preocupes, entonces ¿cómo has llegado hasta
aquí?
_En realidad yo iba a casa de los cabritillos.
_¿Esos que son 7 que viven con su mamá?
_Los mismos.
_¡Ah pero es por otro lado!
Se sientan sobre la cama y empiezan a charlar. El de la
Caperucita se les acerca y los levanta de un tirón de orejas.
_¡Queréis hacer el favor de esconderos! La niña está a punto
de llegar.
El del armario va hacia el armario, el otro se queda de pie
mirando a su alrededor.
_Métete en la cómoda, voy a echar un vistazo, con tanto trasiego
a lo mejor nos ha visto y se ha asustado.
El de los cabritillos vacía un cajón de la cómoda, mete la
ropa debajo de la cama con su pata y se mete dentro, antes de cerrar el cajón
asoma la cabeza.
_¿Y si viene la abuela?
_Eso ¿y si viene la abuela? -corea otra voz desde el armario.
_La abuela no nos va a molestar.
_¿Cómo puedes estar tan seguro?
_Soy el lobo de este cuento, conozco sus horarios. Ahora
silencio.
Se escucha una especie de rugido desde el armario.
_¿Qué ha sido eso?
_Mis tripas…
_Anda, si os portáis bien os dejo los huesos de la niña para hacer
un caldo.
_ ¿Has oído lo que acaba de decir? -pregunta el de los Tres Cerditos.
_Es un idiota -le contesta el de la cómoda.
_No quiere compartir a la niña y ¿sabes qué? Creo que ya se
comió a la abuela.
_ ¿Cómo estás tan seguro?
_Tiene aquí su bolso y una abuela no va a ningún sitio sin su
bolso.
_Eso es micromachista.
_Lo que tú digas, pero es extraño. Además, una vieja no se
aleja tanto de su casa y más si está enferma.
_ ¿Cómo sabes que está enferma?
_Es la abuela de Caperucita, por dios, cultura general.
_Bien, si se ha comido a la abuela y de la nieta solo nos va
a dejar los huesos, este lobo se merece un escarmiento. Además ¿has visto que
casa tiene?
_La casa y el cuento, este come carne tierna una vez sí y
otra también y nosotros…
Suspiran los dos lobos a la vez.
_Ataquémosle cuando esté desprevenido. El aullido será la
señal.
El lobo del cuento entra corriendo.
_ ¡A callar! que viene Caperucita.
Los otros dos se hacen un guiño y cierran puerta y cajón.
_¡Tira de la aldabilla y caerá la tarabilla!
Entra Caperucita en la casa.
_Menos mal, alguien que entiende la frase.
_¿Qué dices Abuelita?
_Nada, nada que pases hijita, que pases.
_Ay abuela qué mala pinta tienes, debes estar muy enferma.
_Gracias hijíiita tú sabes animar a una vieja.
_Perdona, mira te he traído tortilla de mamá. ¿Quieres que te
corte un trozo?
_Luego hijíiiita ven conmigo a la cama que tengo mucho frío.
_Pero abuela, eso es colecho.
_¡Qué colecho ni qué coleches! Es lo que se ha hecho toda la
vida.
La niña se mete con la abuela en la cama y empieza a temblar.
_Abuelita, tienes el cuerpo lleno de pelos.
_Es por el antibiótico.
_Pero Abuelita ¡tienes los ojos enormes!
_Son las gafas de hipermétrope.
_¿Qué dices? Si no llevas las gafas puestas.
_Que… son para verte mejor.
_Aaahhh
_Pero abuelita ¡qué boca tan grande tienes!
_Es para ¡comerte mejor!
Casi al mismo tiempo, a una velocidad asombrosa la niña se
pone la caperuza y vuela con su capa roja hasta quedar agazapada en la lámpara
de techo. Los lobos ni siquiera la ven, están dentellada va, dentellada viene.
Uno se come al lobo del cuento desde la cabeza hasta el ombligo, y el otro del
ombligo hasta la cola.
Cuando terminan su festín, la niña ha desaparecido, descubren
la lámpara bamboleándose sobre sus cabezas y la puerta de la casa abierta.
_¡Ha escapado!
Entonces llegan los lobos y les preguntan a las lavanderas si han visto a Caperucita. Ellas asienten y les señalan la otra orilla. Los lobos preguntan cómo cruzó. Las lavanderas extienden la sábana de orilla a orilla, ellos pasan por encima y cuando están en mitad del río sobre la zona más caudalosa, las mujeres sueltan las sábanas y los lobos caen y se pierden entre la corriente.
Fin
Me flipa esta versión de la Caperu... y cada vez cuentas mas bonito, capi. Muchas gracias por ser y por sentirte trabenquera. Eres parte de nuestro proyecto. Un enorme abrazo bibliotrabenquero.
ResponderEliminarGracias mil ¡es un placer ser un poquito trabenquera! Y participar de esta iniciativa tan chula
EliminarQué alegría volver a verte! Y bien por esa superpoblación de lobos 😉
ResponderEliminarGracias Susana, un abrazo
EliminarQué historia y qué contada tan divertida.
ResponderEliminarSúper chulo!! Ha triunfado en casa!
ResponderEliminarGracias ¡Cuánto me alegro!
EliminarJa,ja,ja, que buena versión de Caperucita y con el toque final de esas lavanderas locas ayudando, viva la sororidad contra los malos lobos. Un abrazo y vuelve siempre.
ResponderEliminarGracias Alicia, el último toque es sacado de un cuento tradicional. Debe ser que viene de atrás esto de apoyarnos
Eliminar