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domingo, 20 de octubre de 2019

CIEN AÑOS FANTABULANDO CON GIANNI RODARI


Érase una vez un escritor que nos descubrió que el ser humano no estaba hecho solamente de cabeza, tronco y extremidades, sino de cabeza, tronco, extremidades e IMAGINACIÓN. Su nombre: Gianni Rodari.

 


Este 2020 se cumplen cien años del nacimiento de uno de los mayores genios que ha dado la literatura infantil, y TRABENCO quiere sumarse a la celebración de este autor que hizo de la fantasía la herramienta más valiosa para explorar la realidad.



 
Pedagogo, periodista, maestro y escritor italiano. Está considerado el divulgador de la nueva pedagogía. El hombre que nunca aburrió a sus alumnos, ni a sus lectores.



Hablar de sus libros es un hermoso cuento interminable que podría escribirse solo recitando sus títulos: Juan el distraído se cruzó con La mujercita que contaba los estornudos en El semáforo azul, donde vivía El ratón que comía gatos.


 Con Rodari, una aprende a enredar los cuentos y a inventar los números. Es posible trotar por caminos de chocolate, derretirse junto a los hombres de mantequilla y hasta tocarle las narices a los reyes.




Sus textos se convierten en una lupa gigante con la que miramos el mundo, una veces, “desde lo alto de una nube”, y otras, “a través de un ventanuco”.




¿Su secreto? Mezclar las leyendas con las retahílas, los juegos con la fantasía, las canciones con la poesía… Todo ello, para hablar de las relaciones humanas y criticar con humor e ironía este mundo en el que vivimos y nos desvivimos.




Rodari no quiso que ningún niño se quedara sin su cuento, e inventó sus Cuentos por teléfono (1960)




Escribió un libro entero para enseñar a nuestras criaturas a crear historias, en Gramática de la fantasía (1973). Porque “todos los niños deberían ser creadores. No para que sean artistas, sino para que nadie sea esclavo”, dejó dicho.


Portada de la primera edición


Apostó por transformar el mundo con la palabra creadora y nos regaló su Binomio Fantástico. Gracias a él sabemos que si unimos dos palabras que no tienen nada que ver, y las usamos como punto de partida para un relato, pueden nacer historias maravillosas. Como aquel árbol que, al encontrarse con la palabra “zapatilla”, dejó de dar manzanas, para llenar sus ramas de calzado y vestir los pies de todo un pueblo.




En 1970 se le concedió el premio Hans Christian Andersen, por el conjunto de su obra, un galardón que equivale al Nobel de literatura infantil.



Pero él siguió escribiendo hasta el final de su vida (1980), investigando los mecanismos de la fantasía, haciendo Ensaladas de cuentos y Cuentos al revés. Cuentos para jugar con tres finales distintos




Cuentos largos como una sonrisa.





Ya lo dijo él: “¿Merece la pena que un niño aprenda llorando lo que puede aprender riendo?”
 


Este 2020 nos vamos a reír mucho junto a Gianni Rodari.



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